Últimos días de julio, y lo que menos esperábamos era que nos íbamos a encontrar todos los compañeros de la misma oficina de guías con el mismo día de fiesta. Algunos deseando poder descender La Larri, otros con la integral del Eriste en mente, en fin, nos decantamos por La Larri pensando que el próximo día sería Eriste.
Al final nos juntamos tres guías de TT-Aventura, otro guía que este verano trabaja en Broto, y una amiga de la zona. Madrugamos un poquito, pero no demasiado, y ponemos rumbo a Pineta, donde ya debemos pagar tarifa de aparcamiento.
La aproximación es larga, y no dura menos de dos horas y media. Alcanzar los llanos de La Larri, y después atravesarlos, es llevadero. Se tiende a pensar que lo peor ha pasado, o que lo que queda no va a ser tan duro, pero sí lo es, se hace largo y la impaciencia aflora. Por suerte las vistas cada vez son mejores sobre Pineta, y sobre la norte del Monte Perdido al que aún se le atribuye ese glaciar dividido, y cada vez menos extenso. La satisfacción que se siente ya se hace merecedora de la caminata.
Por fin llegamos al punto de inicio, y comienza la aventura. Un primer rápel de 50m por una rampa donde el agua salpica por doquier. Ya comenzamos mal, porque en el primer rápel se nos queda la cuerda más corta de lo esperado y acabamos montando una cordelette con otra cuerda de más distancia de la esperada. No pasa nada porque llevamos metros de sobra, pero nos preocupa de cara al otro rápel de 50m a mitad del descenso. Otro rápel cortito, 15m o algo más, y un tercer resalte que bajamos destrepando por la izquierda. Fin del primer tramo.
Caminamos un poquito y alcanzamos la segunda sucesión de rápeles, muy seguidos, con mucho ambiente, pozas de agua transparente. En algunas instalaciones debemos montar pasamanos (todos ellos sencillos sin puntos intermedios). El colofón es el último rápel del tramo que son 25m y parte del descenso en el interior del caño de agua.
Tramo nuevamente abierto y que nos conduce a un caos bajo una bóveda. Buscando bien no hace falta sacar la cuerda. Hasta que, eso sí, llegamos a un rapelín de 8 ó 10m previo al rápel de 50m. Alcanzamos la cabecera del rápel de 50m, que por no crear expectativas, sólo diré que probablemente sea del que más nos acordemos. El ambiente es total. Seguimos, alcanzamos otro rápel, y volvemos a salir a cauce abierto.
Superamos bloques, y llegamos a un resalte con instalación que se puede destrepar por la izquierda. Y alcanzamos, ahora sí, y con cierta pesadumbre, el último rápel del descenso, con pasamanos, y nuevamente buen ambiente.
Al final, 3 horas dentro del barranco, hasta se nos ha hecho corto. Pero tenemos batallitas para unos días, y quizá el recuerdo del descenso nos ayudará a afrontar los sucesivos días de trabajo que nos vienen encima.