Montserrat, reino de la roca del paso fino. La escalada en las agujas de Montserrat potencian el equilibrio, la precisión, el temple y también la paciencia. Abundan las líneas de escalada poco intuitivas, equipadas con mínimos seguros y de dudosa eficacia.
No es el caso de lo que voy a explicar ahora, y es que, los que quieren escalar tranquilos, con caminos bien equipados, pues también los hay, y como gran escuela que es el macizo, también existen vías con buena protección e ideales para ir progresando progresivamente.
El Gorro Frigi es un punto de referencia. Se impone junto a sus compañeras de Gorros. Desde el monasterio, probablemente es la aguja visible más imponente. Subir allí arriba, apetece. Si encima descubres que abundan en sus paredes vías de grado muy asequible, de longitudes modestas y algunas bien aseguradas, hacen del Gorro Frigi una zona de paso obligado para aquellos que empiezan a escalar vías de varios largos. Ah! y además, la roca es compacta y segura.
Y éste era el caso de hoy: primera vía de más de un largo para mi acompañante, Mónica, y que tiene libre el lunes por la mañana, mira qué bien!
Aún así nos planteamos una media jornada larga. Dejamos el coche en el párquing del monasterio, que cada día es más caro. Y desestimando la opción del funicular, subimos andando por el que siempre he llamado el camino de las tarántulas, pero que tiene otros nombres más populares, y que permite ganar altura muy progresivamente. A medida que subimos, la luz del día va ganando intensidad, pero hay una capa de nubes medias/altas que llegan a neutralizar el calorcito del sol. Poco a poco van apareciendo las agujas de Montserrat más cercanas, Sant Benet y Gorros.
Una hora nos lleva alcanzar la estación superior del funicular, y de ahí, en quince minutos, en las faldas del Gorro Frigi. Aunque me apetecía conocer la mítica Badalona, cuando me pongo a valorar los primeros pasos y el primer largo, que es fácil pero con un flanqueo y unos alejes de aúpa, pienso que no es la vía ideal para hoy. Toca fácil y bien, así que encaro la vía del Carles, y para arriba, las chapas verdes marcan el camino.
Como ya he dicho, la escalada es asequible, y disfrutona, el escalador que se inicia en largos disfrutará de la escalada, y podrá tener buenas panorámicas desde la pared. En el tercer largo hay que poner un poco de atención ya que hay unos pequeños pasos de V de Montserrat, que con paciencia y poco a poco se sube sólo. De nuevo IV, y hacia la cima donde tendremos que montar R en la gran cruz que domina todo. Y todo es mucho! Sant Benet, Sant Jeroni, el Montgrós… por citar lo más evidente. Si tenemos un día claro, llegaremos a ver las cumbres de los Pirineos.
El descenso tiene una primera parte muy cómoda, en la que descenderemos siguiendo un cable de vida que equipa un acceso para llegar a la cima sin material de escalada. Cómoda porque te ahorras la logística del descenso en rápel. Y una segunda parte algo tortuosa porque se desciende por el camino que sigue la canal que queda entre el Gorro Frigi y la Magdalena superior, muy empinada, y con el terreno muy erosionado por el paso de la gente.
Si sólo nos llevamos algún amago de resbalón, llegaremos de nuevo al camino, y tendremos tres opciones (por lo menos) para volver al párquing del monasterio: funicular de Sant Joan, por el camí dels francesos, o por el mismo de subida. Nosotros optamos por este último.
Hay otros caminos, que hacía en mis tiempos mozos, y que no voy a sacar a la luz 😉
Para mí es una estupenda zona de entrenamiento y apredizaje, y que uso y usaré a menudo para iniciar mis clientes en la escalada a largos, e incluso para dar a conocer una vía de Montserrat a escaladores que provengan de más lejos. Las panorámicas bien lo valen.